Lo primero, perdón por la tardanza.
Me enorgullezco de ser una persona bastante puntual, que nunca llega tarde a los sitios, pero en este caso, por problemas de logistica y algun que otro pequeño incidente, llego un año tarde.
La primera intención era hacer un videoblog. De hecho, hay bastante material grabado, pero una buena mañana me dio por pensar que lo que iba a hacer lo que ya hacen otros y no quería repetirme. Quería hacer algo nuevo y diferente, y esa “idea” ya está en marcha, con visos de grabar un piloto y presentárselo a un canal de televisión. Si les gusta la idea, que de verdad lo espero, podréis disfrutar de mis recetas desde el salón de vuestra casa. Hasta entonces, he decidido ir colgando recetas con fotos y algún pequeño video explicativo que espero que os gusten.
Estaré abierto a cualquier duda y sugerencia que tengáis sobre cocina, así que no os cortéis a la hora de preguntar.
Ahora sí, ¡Arranca cocinando con Pableras!
Yo soy granaíno, pero el destino quiso que viniese a vivir a Alicante donde de las mejores cosas que me ha aportado la ciudad, a parte del lugar y compañeros con los que trabajo en el parque de bomberos, es la oportunidad de aprender a cocinar y a sumergirme en una cultura de arroces que desconocía por completo.
De siempre he escuchado hablar de la “Paella Valenciana”, y reconozco que la defendía con pasión años ha, pero una vez que uno prueba los arroces alicantinos, ya le pueden ir dando a la Paella Valenciá. Con todos mis respetos a los de la capital de la comunitat, no hay color.
Recuerdo hace muchos años, cuando mi paladar era inexperto y estaba anestesiado con el consumo masivo de tabaco y alcohol, que vine a Alicante a comer a un restaurante que tenían más de 100 tipos de arroz. Sinceramente, ni me acuerdo lo que comí, me quede con ese dato, más de 100 arroces. El sitio en cuestion era el restaurante “Darsena” del que ahora soy vecino y que debido a la crisis ha reducido su lista de (excelentes) arroces a poco más de una veintena.
El problema es que con los años me he vuelto muy sibarita, y además, bastante intransigente con los arroces.
Si por casualidad llego a un restaurante de playa donde puedo sospechar que se utilice arroz brillante (sí, ese que no se pasa… No se pasa porque es plástico puro) Lo primero que hago es preguntar si lo utilizan para no pedirlo. Esto ocurre sobre todo en el sur, y la verdad es que con los años lo que intento es no pedir arroz directamente, y si lo hago es por pura curiosidad.
En Alicante se han quedado en mi memoria 3 sitios para comer arroz.
El primero es el “Batiste”, un restaurante que hay en Santa Pola y que probablemente tenga que volver a visitar porque han pasado ya más de 10 años y mi sentido del gusto ha cambiado. Arroz a banda. Allí fue donde lo probé por primera vez y disfruté. Esto fue antes de ingresar como bombero en el Ayuntamiento de Alicante. Fue entonces cuando conocí el “Nou manolín” y me enteré de lo que era la ñora. El porqué del sabor especial y del color oscuro de muchos arroces alicantinos.
Y el tercer sitio, que es sin duda alguna donde se puede degustar el mejor arroz en toda la provincia de Alicante y probablemente de toda España, por no decir del mundo, es en el parque de bomberos.
He tenido los mejores maestros, mis compañeros Manuel Irles, Rafael Poveda, Victor Ruiz y Carlos Porcel. Arroz con gamba roja y atún, arroz con pulpo, arroz con magro y verdura, y sobre todo, el que seguramente sea el arroz más dificil de preparar de toda la cocina alicantina, el arroz con costra. En ningún sitio los he probado remotamente parecidos a los que estos señores preparan.
Ahí empezó todo, en la cocina del parque de bomberos, entre incendios y accidentes varios, se rallaban tomates, se freía la ñora y se pasaba por el mortero y se preparaban unos fondos que abrían el apetito desde que empezaban a hervir al medio día. Allí aprendí que la “Paella” era el recipiente, y el paellero es como se denomina a los fogones redondos donde se apoya, que la paella tiene su tiempo y punto, ni un minuto más ni uno menos, que la paella tiene que ser grande, muy grande, y cuanto más “fino” esté el arroz, mejor. Aprendí a jugar con los tiempos y con la llama, a escuchar el socarrat, y ver cuando el grano está en su punto. Aprendí a comer el arroz como Dios manda.
Arroz, fondo con morralla o carcasas de pollo, aceite, ñora y tomate rallado. Y amor. Mucho amor. Eso es lo que llevan la mayoría de mis arroces.
Os dejo con la miel en los labios y espero que disfrutéis del fin de semana. Esta semana empiezo con las recetas y las iré publicando aquí y pasando a una página web poco a poco para tenerlo todo bien ordenado.
Empezaremos con recetas simples y ricas. Platos de toda la vida con mi toque personal. Para mañana, a ver si lo adivináis…